martes, 8 de noviembre de 2011

PORFIRIO DIAZ Y LA PRENSA



Porfirio Díaz es uno de los personajes nodales de la historia de México. Es la figura central de la escena política de la nación entre 1877 y 1911 y presidente del país durante poco más de treinta años. Su forma de gobernar, autoritaria y, con frecuencia, despiadada, marca la política nacional por décadas y establece formas esenciales de una cultura del poder que sigue funcionando hasta principios del siglo XXI. Bajo la dictadura de don Porfirio, el país vive su primer largo periodo de paz y se hacen grandes obras de infraestructura que son fundamentales para su progreso material. Díaz es un político hábil y un gran negociador; pero la llamada pax porfiriana se mantiene, en buena medida, con mano dura y actos represivos. Durante su régimen no se respetaban normas democráticas esenciales, se violaban los derechos humanos y su política económica perpetúa innumerables injusticias que dan lugar al estallido revolucionario de 1910.
La prensa juega un papel central en el ascenso  político de Porfirio Díaz. Al final de la intervención francesa, casi todos los periódicos tratan al general oaxaqueño como a un héroe militar, lo exaltan como un estratega de primer orden, un patriota intachable; lo hacen figura importante, punto de referencia en la escena política nacional, y esto le permite al soldado encabezar la oposición liberal antijuarista y contender por la presidencia en 1867 y en 1971. Más tarde, entre 1874 y 1876, la prensa porfirista de oposición juega un papel clave en el derrocamiento de Lerdo y el triunfo de la revolución de Tuxtepec, que lleva a Porfirio a la presidencia.
Sin embargo, la prensa de combate –cumbre del periodismo mexicano y de la libertad de pensamiento en este país—decae y empieza a ser reprimida a partir de la primera presidencia de Díaz. La relación de don Porfirio con la prensa de su tiempo es compleja y su política hacia los medios cambia y evoluciona con el tiempo. Es verdad que el  presidente Díaz persigue y encarcela periodistas desde su primer mandato y que, a partir de su primera reelección, adopta una política de abierta represión hacia la prensa, pero el dictador no solo reprime a los publicistas que se le oponen, también les abre espacios de negociación, busca conciliar cuando es posible, con frecuencia los seduce, engaña o manipula y constantemente trata de ganarlos para su causa. Una rápida ojeada a los periódicos de la época, especialmente a los de caricaturas como Don Quixote, La Casera, El Tranchete, El Rascatripas y El Hijo del Ahuizote, revela que, durante ese periodo, la prensa satírica de México es rebelde, vital, agresiva e insumisa.


El país del Llorón de Icamole: Caricatura de combate y libertad de imprenta durante los gobiernos de Porfirio Díaz y Manuel González (1877-1884) (2008. Fondo de Cultura Económica. México).

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