El final de la rebelión lerdista marca el establecimiento definitivo de Porfirio y abre un corto periodo de paz, el cual pronto es enturbiado por las divisiones tuxtepecanas en torno a la sucesión presidencial. En este lapso, la prensa lerdista se fortalece, establece una agenda periodística propia; denuncia las contradicciones y torpezas del presidente y su partido, y asume una actitud beligerante de defensa de los principios Constitucionales, de la libertad de imprenta y del respeto a los derechos humanos.
Esta estrategia le permite recuperar algo de su prestigio e incidir en la vida política de la nación. Sin lugar a dudas, la campaña de denuncia contra los asesinatos de Terán en Veracruz influyen en el ánimo del público y ayudan a frustrar el primer intento de Díaz por reelegirse. En esta campaña desempeñan un papel muy importante medios independientes como El Monitor Republicano, pero también los lerdistas El Republicano y La Casera, y hasta tuxtepecanos como El Tranchete.
Los diferentes partidos personalistas, encabezados por los aspirantes a suceder a Díaz, publican literalmente sus periódicos, y también desempeñan un papel importante en la escena política del momento. La prensa independiente, la de oposición y la de las facciones tuxtepecanas contribuyen a cortar de tajo las candidaturas de Riva Palacio y Benítez, y es innegable el peso de El Tranchete, órgano del candidato Vallarta, en eso de atajar la primera reelección de Porfirio.
Es seguro que, a partir de esta experiencia, el general haya visto la libertad de imprenta como un obstáculo para sus propósitos políticos y personales. Como una amenaza para el gobierno y como un riesgo para el Estado, lo que lo lleva a endurecer su posición hacia los medios. Primero, sin acabar del todo con el principio consagrado en la Constitución, Díaz y sus sucesor ponen en práctica mecanismos que buscan ejercer un control meta legal sobre la prensa: subvencionan periódicos amigos, sabotean a los hostiles y reprimen selectivamente a los periodistas de oposición. Finalmente, terminan por cambiar la Constitución y establecen un régimen de censura.
En esta estampa, Porfirio Díaz pelea como un naufrago por su vida para salvarse de las agitadas olas de la opinión pública, y se monta en el articulo “Sétimo Reformado”; rasga la Constitución y golpea a la prensa independiente, con tal fuerza que le saca un ojo y la hunde. Para El Hijo del Ahuizote sólo la censura que ejerce el gobierno contra la prensa independiente salva a Díaz del desacredito de haberse reelegido. (Fígaro [Daniel Cabrera], 23 de agosto de 1885).
El país del Llorón de Icamole: Caricatura de combate y libertad de imprenta durante los gobiernos de Porfirio Díaz y Manuel González (1877-1884) (2008. Fondo de Cultura Económica. México).
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